La mujer contó que por un amigo pudo contactarse con un chofer llamado Walter Morinigo, que tiene 51 años y lleva 30 trabajando como chofer en la empresa, quien facilitó la visita. "Lo hablé con los delegados y con Marcela, la dueña de la empresa, que es muy humana y accedió sin problema. Compartimos una linda mañana, tuvo un efecto contagio porque todos los muchachos lo pasaron muy bien con él", relató el colectivero.

A Javier lo llevaron a los talleres donde reparan los colectivos, lo dejaron subirse al asiento del conductor de una de las unidades y luego compartió un viaje. Se fue con una sonrisa de oreja a oreja, feliz, a su casa del barrio Los Eucaliptus de Solano. La familia agradeció a los empleados de la línea 257 por el enorme gesto.

Fuente: Primer Plano Quilmes.