Desde hace décadas, "Baley" recorría las calles de Quilmes con su inseparable bicicleta y su cuaderno anotador, generando innumerables anécdotas entre quienes se cruzaban con él. Como sucedió con otros personajes emblemáticos de la ciudad, como "Churrinche" o "El Fichy", su fallecimiento marca el fin de una era para muchos quilmeños que crecieron viéndolo. Su personalidad única lo convirtió en un símbolo vivo de las calles, y prácticamente todos los vecinos guardan alguna historia que los conecta con él.
En los últimos años, estuvo relacionado al CUQ (Círculo Universitario de Quilmes), institución que expresó su pesar por la pérdida. Desde allí destacaron su presencia constante y el cariño que inspiraba en quienes lo conocían. El Club Villa Elsa, lugar que frecuentaba principalmente para almorzar, también fue un lugar importante para él. En este espacio, el querido Baley compartía momentos con quienes se transformaron en una segunda familia.