Entre la llanura y el mar, existe un rincón bonaerense donde las tradiciones gauchas siguen vivas, los paisajes invitan al descanso y los sabores del campo se convierten en protagonistas. En este destino rural, el tiempo parece ir más lento y cada estación del año ofrece una experiencia distinta, entre lagunas, estancias centenarias y rutas gastronómicas.
Allí, la naturaleza se entrelaza con la historia y la cultura criolla cobra vida en cada rincón: desde concursos de asadores y ferias locales, hasta viñedos boutique y festivales que celebran la identidad bonaerense. Es el lugar ideal para quienes buscan una escapada auténtica, en contacto con lo esencial y lejos del ritmo urbano.
General Madariaga, en el sudeste de la Provincia, sorprende con viñedos boutique, lagunas ideales para pescar, estancias históricas y una rica oferta cultural. Este destino rural ofrece experiencias únicas todo el año, con fiestas criollas, rutas gastronómicas y paisajes que invitan a redescubrir la identidad bonaerense desde una mirada auténtica y relajada.
En General Madariaga el gobierno de Axel Kicillof inauguró el nuevo edificio de la Escuela Secundaria N°5, que llevó una inversión de $456 millones. Las obras permitieron que la escuela “Argentino Luna” tenga su propio edificio para albergar a 314 estudiantes en ambos turnos.
Las instalaciones cuentan con seis aulas, laboratorio, biblioteca, SUM, cocina y patio. El establecimiento inaugurado en Madariaga es del edificio educativo N°259 construido en la Provincia desde el inicio de la gestión.
Entre la costa atlántica y los pastizales infinitos, General Madariaga se posiciona como uno de los destinos rurales más encantadores de la Provincia de Buenos Aires. Con poco más de 22.600 habitantes, este partido combina naturaleza, tradición criolla y nuevas propuestas turísticas que invitan a visitarlo en cualquier época del año.
El partido cuenta con más de 67 lagunas y una vasta red de humedales, ideales para la pesca, la observación de aves y las caminatas al aire libre. Entre ellas, la Laguna Salada Grande, en el límite con General Lavalle, se destaca como una reserva natural protegida y refugio de vida silvestre, perfecta para quienes buscan tranquilidad en contacto con la biodiversidad.
Madariaga conserva estancias centenarias como El Tala, Las Mostazas y La Florida, ligadas a campañas militares del siglo XIX y a familias tradicionales como los Anchorena. En muchas de ellas se pueden revivir costumbres del campo, recorrer antiguos cascos restaurados y participar de actividades rurales.
Una visita imperdible es La Invernada, un puesto de estancia restaurado por el municipio, que funciona como museo vivo y sede de eventos como el Concurso de Asadores y el tradicional Mercado de la Estación.
La Ruta Turístico-Gastronómica de Madariaga reúne a productores que ofrecen desde cervezas artesanales hasta fiambres y frutas frescas. La cervecería Dillon, primera del partido, produce hasta 1.200 litros por día y ofrece variedades como IPA, roja, negra y rubia.
Otro destacado es el cultivo de kiwis en Macedo, iniciado en 1987, que dio origen a la Fiesta Regional del Kiwi, celebrada cada mayo con degustaciones y actividades para toda la familia.
Una de las novedades más interesantes es la reciente llegada de la Bodega Gamboa, que amplió su proyecto con nuevas cepas en un predio de 6 hectáreas. Gracias al clima templado y la brisa atlántica, el lugar ofrece condiciones ideales para variedades como Pinot Noir y Chardonnay.
Este desarrollo posiciona a Madariaga como un incipiente polo enoturístico, impulsando tanto el turismo como la economía local.
Además, la localidad cuenta con museos como el Histórico del Tuyú y la Casa Museo Laten K Aike, junto con el nostálgico tren turístico a Pinamar, que funciona en temporada alta y suma una experiencia ferroviaria única.
General Madariaga es mucho más que un pueblo: es una ventana a la historia, al paisaje y a los sabores bonaerenses. Con su identidad gaucha intacta y propuestas turísticas en constante crecimiento, este rincón del sudeste provincial invita a escaparse del ruido y reconectar con lo esencial.