El Padre Obispo Carlos José Tissera presidió la misa que se rezó a continuación de la manifestación popular desde la rotonda de Pasco en el Santuario de Quilmes Oeste, donde pidió inclusión social y justicia: “Quizás muchos estén mirando los números de la macroeconomía de la Argentina, pero ¿a qué precio? El cierre de las fuentes de trabajo, el crecimiento de la informalidad laboral, el deterioro del sistema de salud y de educación, el empobrecimiento de los jubilados obligados, muchos de ellos, a pedir un plato de comida o una vianda en el comedor comunitario; o a acudir a su familia para poder comprar los medicamentos, o a elegir entre comprar el remedio o comer. «Una especie de eutanasia encubierta» como dijo el cardenal Rossi, en Córdoba. ¿Es ése el precio de los números positivos de la macroeconomía? El endeudamiento del país, el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres, el desfinanciamiento de la obra pública, el endeudamiento de las familias para poder llegar a satisfacer sus necesidades básicas, o como decimos en la calle ‘para poder llegar a fin de mes’. Cerrarán los números, pero sin inclusión social. Vale decir, sin justicia social. Y sin justicia no hay verdadera paz”.
El obispo de Quilmes, además, resaltó que “venimos a San Cayetano a dar gracias. Gracias por la vida, por la salud, poca o mucha, por el trabajo que tenemos; por los niños que nacen, por los estudiantes que cursan con sacrificio y logran su título, y tantas cosas más. Venimos a dar gracias por los que ante la dura realidad no bajan los brazos y abrazados a los demás, siguen ‘tirando parejo’ sin dejar a nadie de lado. Especialmente, queremos dar gracias por aquellas manos bondadosas que se abren para compartir, para servir, para ayudar, sea voluntaria y desinteresadamente, como aquellos que los hacen por un jornal. Por los que sirven en los centros de salud, de asistencia alimentaria, o en el servicio de seguridad. Hombres y mujeres que sirven en Caritas y obras de asistencia social. Muchos jóvenes y no tan jóvenes que se organizan para servir un plato de comida a la gente en situación de calle; a los se unen para pensar y gestar un mundo mejor y transformar la realidad desde la política, desde el gremialismo u otras organizaciones no gubernamentales. A los que se comprometen partidariamente para gestar una sociedad más justa y solidaria. Por esos hermanos y hermanos, que sienten en el corazón las genuinas ganas de servir, queremos dar gracias a Dios y a la Virgen, por medio de San Cayetano”.
La postal de esta jornada fría fueron las larguísimas filas que se formaron para tocar la imagen de San Cayetano en los tres santuarios, el fervor con el que los fieles participaron de las misas, momentos de oración, procesiones por las calles en Quilmes y Florencio Varela, y la inmensa fe de un pueblo que se unió para pedir y agradecer, como en tantos otros puntos del país.