Desde su consultorio en Quilmes hasta remotos rincones de África y las zonas más aisladas del país, el doctor Gerardo Valvecchia lleva adelante una cruzada silenciosa contra la ceguera por cataratas, una condición que afecta a millones de personas en el mundo, pero que es totalmente reversible.
Su historia profesional cambió radicalmente hace más de tres décadas, cuando decidió que su labor como médico no podía limitarse a clínicas modernas y hospitales equipados. Comenzó a llevar su conocimiento y sus manos quirúrgicas allí donde la salud pública no llega: escuelas reconvertidas en quirófanos, puestos de campaña en la selva, salones comunitarios en plena montaña.
En 2017, un encuentro decisivo en un congreso en España con la oftalmóloga Elena Barraquer lo llevó a Mozambique. A los pocos meses, ya estaba operando en condiciones extremas y devolviendo la visión a personas que vivían en oscuridad absoluta. Desde entonces, participó en campañas en Angola, Dakar y nuevamente en Mozambique.
La experiencia africana también lo impulsó a replicar la idea en Argentina. En 2018, organizó la primera gran campaña nacional junto a la Fundación Elena Barraquer y, con la colaboración de Clubes de Leones y el Ejército, logró algo inédito: 500 salteños recuperaron la visión en pocos días. Traer pacientes de la montaña, alojarlos, operarlos y devolverlos a sus hogares fue una operación logística monumental.
Desde entonces, sus destinos solidarios incluyeron Chaco, Rosario, Córdoba, Neuquén y Tucumán. Cada misión implica detectar miles de casos, reunir insumos, trasladar equipos y montar quirófanos improvisados. “A veces trabajamos en aulas de escuela transformadas en salas de cirugía. Operamos hasta 70 pacientes por médico en un día. Terminas exhausto, pero feliz”, resume.
La escena que más lo emociona es la misma una y otra vez: retirar el parche del ojo operado y ver la reacción del paciente. “La sonrisa que aparece cuando se dan cuenta de que vuelven a ver no se olvida más. No solo cambia la vida de una persona, también la de su familia”, cuenta.
Su especialidad, la cirugía de cataratas, le parece fascinante: “En 10 o 15 minutos podés revertir la única ceguera que es totalmente reversible. Es un órgano perfecto y frágil a la vez. El que nos diseñó, sabía lo que hacía”, dice entre risas.
El problema, asegura, no es la falta de conocimiento médico. En Argentina sobran profesionales capacitados, pero faltan recursos. En otros países la situación es aún más crítica: “En Mozambique hay 35 millones de habitantes y solo 14 oftalmólogos. La mitad realiza cirugías. Es imposible llegar a todos”. Por eso busca formar y equipar equipos locales para que la ayuda continúe incluso cuando él no esté.
Su motivación es clara: retribuir lo que recibió gracias a la educación pública. “Me formé gratis en la UBA, y siento que devolver algo a la sociedad es una obligación. Como cirujano, recibís mucho más de lo que das. Es impagable”, asegura.
Las próximas campañas ya están programadas: a fines de agosto, Córdoba será la sede de una nueva misión, y luego volverá al Impenetrable chaqueño para operar a cientos de pacientes.
Para Valvecchia, su tarea no es solo medicina: es devolver dignidad y esperanza. “Si alguien escucha que vamos a estar en su zona, que se acerque. Vamos a hacer todo lo posible para devolverle la vista. Y a los médicos que quieran sumarse, las puertas están abiertas. Esto se multiplica”, concluye.
Fuente: Infobae